La máquina de la visión
Por Paul Virilio
La percepción, la innovación de una visión artificial, la delegación a una máquina del análisis de la realidad objetiva, convendría volver sobre la naturaleza de la imagen virtual, imaginería sin soporte aparente, sin otra persistencia que la de la memoria visual mental o instrumental. En efecto, hoy no se puede hablar del desarrollo de lo audiovisual sin interpelar igualmente ese desarrollo de la imaginería virtual y su influencia sobre los comportamientos, o más aún, sin anunciar también esta nueva industrialización de la visión, la expansión de un auténtico mercado de la percepción sintética, con lo que eso supone de cuestiones éticas, y no solamente las de control y vigilancia con el delirio de la persecución que supone eso, sino sobre todo la cuestión filosófica de ese desdoblamiento del punto de vista, esa división de la percepción del entorno entre lo animado, el sujeto vivo, y lo inanimado, el objeto, la máquina de visión.
Cuestiones que introducen, de hecho, la de la «inteligencia artificial», pues no podría haber sistema experto, ordenador de la quinta generación, sin capacidad de aprehensión, de percepción del entorno.
Separadas definitivamente de la observación directa o indirecta de las imágenes de síntesis realizadas por la máquina para la máquina, esas imágenes virtuales instrumentales, para nosotros serán el equivalente de lo que ya representan las figuraciones mentales de un interlocutor extraño... un enigma.
En efecto, sin salidas gráficas o videográficas, la prótesis de percepción automática funcionará como una especie de imaginario maquinismo del que esta vez estaremos totalmente excluidos.
De hecho, esta mutación próxima de la cámara de registro cinematográfico o videográfico en aparato de visión infográfico nos conduce a los debates sobre el carácter subjetivo u objetivo de la imaginería mental.
Progresivamente rechazadas en el dominio del idealismo o del subjetivismo, es decir, lo irracional, las imágenes mentales han escapado, como hemos visto, durante mucho tiempo a la consideración científica, y eso, en el preciso momento en que el vuelo de la fotografía y de la cinematografía llevaba a una proliferación sin precedentes de nuevas imágenes que entran en concurrencia con nuestra imaginería habitual. Es preciso esperar a la década de los 60 y a los trabajos sobre la opto-electrónica y la infografia, para que se produzca un interés, y de manera distinta, por la psicología de la percepción visual, especialmente en Estados Unidos y otros países.